lunes, 7 de diciembre de 2015

ENTRADA N° 33 ¿CUANTAS DISGRAFIAS HAY....? (08-12-2015).

ENTRADA N° 33:   ¿CUANTAS DISGRAFIAS HAY....?         (08-12-2015)

El lector ingenuo, novato, que aún no se ha estrellado contra los enigmas de nuestras disciplinas, podría imaginar que la DISGRAFIA es "una cosa",.....una "SOLA cosa", ...y que alguien que sepa sobre ella, tiene que poder dar una definición breve y clara, que la haga comprensible para todo el mundo.

Un estudiante un  poco más avezado en estas cuestiones, ya podría sospechar que, muy probablemente, existen distintas teorías, distintas escuelas de pensamiento que abordan la disgrafia, y que cada una de ellas la entiende de distinta manera. Así, resultaría que existen varias disgrafias diferentes, dependiendo del cristal con que se la mire. 

Estos distintos abordajes son los de la neurología, la psiquiatría, la psicología cognitivista, la psicología del aprendizaje, la psicopedagogía, la pedagogía, la kinesiología, la terapia ocupacional, la ergonomía.  De modo que, aunque estas diversas perspectivas de abordaje coincidan en algunos casos o compartan algunos rasgos, de todos modos ya estamos ante varias "disgrafias" entendidas de maneras muy distintas por las mencionadas disciplinas. 

La disgrafia es inherente al lenguaje escrito; y resulta que hay muy distintos lenguajes escritos.  La disgrafia en inglés (que probablemente es la más estudiada y sobre la cual se ha publicado más) es diferente a la disgrafia en español, diferente a la disgrafía árabe, diferente a la China, diferente a la de la India, etc. De modo que vamos multiplicando:  las disgrafias diferenciadas por cada corriente de estudio suyo, se combinan por los idiomas en los aparece cada disgrafia en particular.   Si reconocemos 5 abordajes y 5 grandes idiomas, podríamos tener ya 25 disgrafias diferentes.

Las disgrafias de las personas zurdas son distintas a las disgrafias de las personas diestras:  25x2=50.

Una disgrafia en una persona de 8 años de edad, es muy distinta a otra en una persona de 70 años de edad.  Si distinguiéramos tres categorías de edades, mutiplicaríamos 50x3= 150 disgrafias diferentes.

Pueden creerme: las diferencias pueden extenderse bastante y, en esa medida, irán apareciendo nuevas variantes de disgrafias para llegar a muchos miles de ellas,....... cuestión que ya no tiene ningún sentido plantear. 

Desde otra perspectiva, vale la pena reconocer distintas disgrafias dependiendo de los recursos terapéuticos que son capaces de curarlas o de rehabilitarlas. Si pudiéramos detectar anticipadamente cuáles disgrafias se van a rehabilitar gracias al Ritalín, cuáles responderán bien a ejercicios predominantemente cognitivos, cuáles responderán al reforzamiento pedagógico, etc., hacer esas diferencias nos ayudaría enormemente a ser eficientes en el momento de la rehabilitación.

Un último aspecto que ya he mencionado en otras "entradas" es ese que se refiere a que, en algunas circunstancias, TODOS SOMOS DISGRAFICOS, mientras que en otras circunstancias NADIE ES DISGRAFICO.   Ninguna persona es disgráfica mientras es un lactante que está en su cuna; nadie es disgráfico cuando está compartiendo un asado con sus amigos. La disgrafia aparece en los primeros años de escolaridad y se vuelve visible únicamente cuando la persona escribe.   En el otro extremo, todos seríamos diagnosticables como disgráficos si nos sometemos a un campeonato de manuscritura en el que nos dictarán un texto a transcribir, tarea que durará CIEN HORAS.  Mucha gente puede escribir bien una o dos horas;  son excepcionalmente buenos quienes logran escribir sin problemas durante unas 6 horas.  Y prácticamente nadie es capaz de escribir más de 24 horas seguidas sin experimentar tensiones y calambres típicos de las disgrafias.

Todo esto, para decir que el diagnóstico de una disgrafia no es algo a lo que se llegue con un instrumento especial, ni es un puntaje que nos revele la intensidad de una patología.  La disgrafia, en su mejor sentido, es un conjunto de molestias  que, razonablemente, creemos poder evitar a futuro. Y aquí introducimos un nuevo factor de diferenciaciones,....porque parece obvio que aquellas disgrafias que intentamos rehabilitar SIN CONSEGUIRLO, no eran exactamente lo que imaginamos al principio;..... lo más probable es que fueran otra clase de disgrafias que no logramos distinguir con claridad, y el fracaso rehabilitador se debe a que no le aplicamos las técnicas que correspondía usar.

Este criterio "post hoc" (después de ocurrido el hecho mismo) de la eficacia de los tratamientos, es crucial. Evidentemente, en los numerosos casos en los que el Ritalín no logra rehabilitar             disgrafias, caben dos conclusiones posibles:  a)  no había una disgrafia;.....   b)  Sí, era disgrafia, pero el Ritalín no sirve como remedio. Lo mismo podría aplicarse a cualquier sistema de rehabilitación, dependiendo de si acierta o fracasa en la rehabilitación correspondiente.  Si el remedio fracasa, pone en evidencia su propia incapacidad remedial, o,... delata a un diagnóstico equivocado.  

A quienes quieran aprender a diagnosticar las disgrafias se les puede dar ánimos diciendo que el asunto no es tan grave como pudiera parecer.  Tendrán que aprender a manejar y sopesar unos cuantos CRITERIOS, más que ítemes a puntuar en un cuestionario.