LA
DISGRAFIA QUE NO ES DISGRAFIA.
Este
título es lógicamente imposible, falso, porque transgrede el principio de
Identidad.
Si
# es igual a #, ……ENTONCES,…… # no puede ser distinto de #. Siendo # cualquier cosa o concepto que usted
quiera considerar, en este caso, la disgrafia.
Pero
aunque usted no lo crea, muchos especialistas nos ponen ante este problema,
cuando nos ofrecen definiciones imposibles para la disgrafia. No puedo abordar
todos los casos imaginables, pero comentaré los principales.
Bien
en el extremo, las personas muertas no escriben,..... pero no son disgráficas. Esta
afirmación, con la que es fácil estar de acuerdo, nos ofrece el argumento “por
absurdo”. Entendemos que sería
absurdo decir que los muertos son disgráficos porque no escriben.
La
clave de esta cuestión, y saliéndonos ya de los extremos del absurdo, es que
hay problemas MAYORES que otros, que abarcan más, o que actúan a niveles de más alta jerarquía que otros. En este sentido, lo
que afirmamos del Todo, vale también para sus Partes, pero no al revés: lo que
caracteriza a la Parte, no necesariamente caracteriza al Todo. Si yo digo que
los dientes están formados de un material durísimo, rígido y escasamente
sensible, eso es cierto del diente, pero no es cierto de todo el cuerpo de ese
animal cuyo diente elegí describir.
Neurólogos,
psiquiatras y otros profesionales que siguen a la neurología en esto, entienden
que:
la
disgrafia es producto de un daño cerebral…..
que
se manifiesta como…..
perturbación
neurológica…….la que implica….
dificultades
de aprendizaje ……
que
se expresan como…..
DISGRAFIA:
problemas de graficación.
Consecuentes
sólo a medias con esta cadena de causalidades, que es su manera de entender la
disgrafia, suelen recetar Ritalín o algún fármaco similar, el que actúa a nivel
de sistema nervioso–cerebro, en las causas más profundas, y no tiene
capacidad alguna de mejorar la estilística de las grafías que traza a lápiz la
persona.
De
vuelta en el problema lógico: lo
anterior es casi como si me dijeran que la disgrafia es un daño cerebral……que
dificulta la manuscritura.
Ojo
que, en un 3% a 5% de los casos, semejante afirmación parece ser cierta. El problema es que resulta falsa en el
restante 95 a 97% de los casos. Y este es quizás el principal drama
conceptual-teórico con que nos estrellamos al intentar comprender la disgrafia. Porque resulta que si un rehabilitador
ergonómico de disgrafias como Yo, toma a esos niños disgráficos diagnosticados
como “daños cerebrales” y mal-tratados con Ritalín,….y les enseña a escribir de
una forma distinta a la habitual para
ellos, más del 90% de esos niños disgráficos superan sus disgrafias en pocos
meses de trabajo.
¿Se
capta el problema?: por un lado se nos dice que la causa de la disgrafia es el
daño cerebral. Si dejamos entre
paréntesis esa afirmación y empíricamente rehabilitamos a esos mismos
disgráficos SIN TOCAR PARA NADA al cerebro,….tenemos que inferir que…..la causa
no era el daño cerebral, visto que hemos logrado superar esas disgrafias sin
tocar para nada a la causa “daño cerebral”.
Alguien
pudiera objetarnos que, en muchos casos, existen dos y más formas para lograr
el mismo resultado. Podemos viajar hacia
un mismo destino tomando diferentes rutas y usando distintos medios de
transporte; podemos librarnos de los dolores de cabeza ya sea con fármacos, o
alternativamente, controlando la dieta y haciendo mucho ejercicio.
Pudiera
ser que el daño cerebral que los neurólogos suponen que causa la disgrafia,
fuera susceptible de ser superado por el Ritalín, y también por nuestra
rehabilitación ergonómica. Pero esto
tiene dos objeciones empíricas gigantescas:
a) Yo podría hacer rehabilitaciones
ergonómicas a muchas personas con daño cerebral,….y ninguna de ellas se curaría
porque, en general, los ejercicios ergonómicos no sirven para restaurar daños
ni heridas cerebrales.
b) Tenemos un problema peor aún: a muchos
disgráficos se les ha dado Ritalín por años, ….y siguen igual de disgráficos.
Algo anda muy mal en las relaciones
entre los términos Daño Cerebral, Disgrafia, Rehabilitación Ergonómica. (para no meter a otros términos) tal como
están planteadas en la mayor parte de las teorizaciones actuales.
O
sea, no estamos ante el caso de que dos procedimientos pueden servir para un
mismo propósito. Todo indica que estamos ante dos fenómenos diferentes, a los
que sólo muy marginalmente podemos relacionar el daño cerebral y las
rehabilitaciones ergonómicas, simultáneamente.
Voy
a hacer un rodeo argumental para acercarme al problema desde la otra
perspectiva. Es como ver el túnel, ahora, desde su otra boca de entrada.
Acéptenme
por ahora, en términos puramente provisorios e hipotéticos, que NO
EXISTE UNA DISGRAFIA, SINO TRES DISGRAFIAS DIFERENTES.
Disgrafia
1: La causa es un daño cerebral y mejora
mucho con Ritalín.
Disgrafia
2: No hay daño cerebral. La causa es un
mal aprendizaje de procesos cognitivos que mantienen una desarticulación o una
descoordinación entre procesos de Pensamiento, de Lenguaje, o de otros procesos
ejecutivos. La pueden rehabilitar psicoterapeutas cognitivos y a veces psicolingüistas
y otros especialistas en Lenguaje.
Son
útiles aquí dos ejemplos: a) Demóstenes era tartamudo, y logró
auto-rehabilitarse de su tartamudez, simplemente echándose piedrecitas a la
boca y ensayando discursos largos y complicados en estas difíciles condiciones
que le ponían las piedrecitas; b) Todos los zurdos que fueron y aún son
derechizados. Inicialmente, ni
Demóstenes ni los zurdos tienen daños cerebrales, y ambos logran salir adelante
en sus respectivos problemas, sin Ritalín. La explicación sería que sus
problemas eran “cognitivamente coordinables”, y que es esta re-coordinación la
que opera como causa de su rehabilitación.
Disgrafia
3. No hay daño cerebral ni tampoco hay descoordinación entre procesos
cognitivos superiores. Su causa es un aprendizaje inadecuado de las técnicas
motrices con que la persona ejecuta su manuscritura; las inadecuaciones de estas técnicas terminan
lesionando a la persona y deteriorando los productos que ella escribe en varios
sentidos. Se puede rehabilitar , enseñando a esos disgráficos una distinta técnica
o estilo de manuscritura que no incurra en la disergonomía de la que antes
usaban. Y ahora vienen el drama y la
solución juntas:
Disgrafia 1:
daño cerebral
|
Disgrafia 2: descoordinación procesos cognitivos
|
Disgrafia 3:
técnicas disergonómicas de manuscritura
|
Son el 5% de todas las disgrafias
|
Son el 5% de todas las disgrafias
|
Son el 90% de todas las disgrafias.
|
Los
porcentajes son aproximados y pueden variar un poco en distintas poblaciones.
Existe
una proporción pequeñísima de “disgrafias mixtas”,…. en las que podemos
encontrar simultáneamente dos de las anteriores, y hasta las tres juntas en un
mismo sujeto.
Lo
que me interesa en esta argumentación y en este análisis es que, aun mirando el
problema desde las dos entradas al túnel, nos encontramos con que la inmensa mayoría de
las disgrafias no están causadas por daños orgánicos y no se curan con Ritalín,
lo que refuta severamente al discurso
neurológico, y en cambio, aparece una nueva categoría de disgrafias ergonómicas
rehabilitables con un proceso de reaprendizaje de técnicas motrices ergonómicas
para la manuscritura. Dejo por ahora a
la espera el caso de las disgrafias cognitivas. El gran debate es el de las digrafías
1 y 3. ¿Daños cerebrales o malas
técnicas motrices?, ¿Ritalín o rehabilitación ergonómica?.
Vuelta
a las definiciones iniciales. Cuando se
parte con una definición de daño cerebral….que se expresa como disgrafia…...
quienes lo hacen están en lo correcto en el 5% de los casos pero se equivocan
en el 95% restante. Cuando se parte de
una definición de la disgrafia como las consecuencias de técnicas motrices
disergonómicas de manuscritura, se está en lo correcto el 90% de las veces y se
falla en el 10% de los casos.
Haré
un último argumento. Supongamos que
todas mis elucubraciones e interpretaciones teóricas están equivocadas;
supongamos que nadie sabe nada a nivel de las explicaciones de fondo para lo
que ES la disgrafia. Aun así, la eficacia práctica de las terapéuticas es constatable de las formas empíricas más
concretas. Si medimos Antes, y medimos Después de los tratamientos respectivos,
las eficacias terapéuticas coinciden con lo que hemos señalado: Ritalín 5% de
éxitos; Rehabilitación ergonómica 90% de éxitos. Este sólo acumulado de hechos concretos, nos
obliga a INDUCIR teorías muy distintas a la teoría actualmente dominante de la
disgrafia, que no es otra que la teoría neurológica del daño cerebral.
De
todo lo anterior, el lector debe reflexionar calmadamente hasta lograr las reestructuraciones
conceptuales a que esto lo obliga,… si acaso lo acepta como válido.
Se
comprenderá ahora la dificultad de esta Jornada. Estamos proponiendo trabajar
con un concepto de disgrafia que es contrario en muchos aspectos a la teoría neurológica actualmente dominante
en este ámbito de fenómenos.
Ciertamente, en estas circunstancias vamos a chocar no sólo con las
definiciones básicas, mucho más grave es que choquemos contra el Ritalín,….pero
al mismo tiempo que esto es un problema, también es una maravilla a nuestro
favor: quienes trabajan cerca del ámbito educacional o dentro mismo de éste,
saben muy bien que las manuscrituras de un 8° Básico son un desastre, aunque
esos niños vengan tomando Ritalín desde 3° Básico; es decir, los profesionales
de la educación YA SABEN que el Ritalín
no es solución, y en esa medida, podemos esperar cuando menos que miren con
buenos ojos a esta nueva propuesta que, por lo menos no se empeña en
convencerlos… de lo que ellos saben que es falso.
Cabe,
entonces hacer una breve revista a esos muchos casos de daños cerebrales y
otros problemas parecidos que, aunque produzcan efectos similares a una disgrafia,
no son disgrafia, porque son algo MUCHO MAYOR, algo que se encuentra instalado
en niveles distintos, por lo general más altos, que las verdaderas causas de la
disgrafia. Decíamos que un cadáver no es
disgráfico….pese a que no escribe.
Una
persona con Alzheimer no es disgráfica. A lo mejor olvidó todo el lenguaje y
olvidó lo que era escribir; eso es mucho más y mucho peor que disgrafia.
Una
persona con mal de Parkinson tiene un temblor en su mano que le hace
absolutamente imposible escribir medianamente bien, pero no tiene disgrafia,
tiene Parkinson.
Una
persona que sufre la amputación del brazo con que escribía no es disgráfica,
aunque sus problemas para escribir con
la mano que le quedó se van a parecer mucho a una disgrafia.
Los
escolares que se quiebran un brazo no son disgráficos, aunque sus brazos
enyesados les causen complicaciones incluso peores que la disgrafia.
Un
drogadicto que vive intoxicado por drogas y alcoholes, no logra hacer buena
manuscritura, pero no es disgráfico; los temblores de sus manos vienen de la
drogadicción.
La
distonia es una enfermedad en la que los sujetos pierden abruptamente toda su
tonicidad muscular en partes específicas del cuerpo. Cuando esto les ocurre en
sus manos, ellos no son disgráficos sino distónicos.
Personas
con tendinitis o con desgarros musculares en su mano de escritura, no son
disgráficos aunque sus incapacidades se asemejen mucho a una disgrafia.
A
las personas hemofílicas puede ocurrirles que, al golpearse fuertemente una
mano, se les haga un hematoma que pone sus manos como “empanadas” rígidas por
la pura congestión sanguínea de sus
manos. No son disgráficas,….son hemofílicas.
La
Artritis es una enfermedad degenerativa que afecta las articulaciones entre
algunos huesos; si esto afecta a las manos se pueden producir efectos similares
a los de una disgrafia, pero la artritis no es disgrafia.
La
lista podría seguir casi interminablemente. Lo que trato de argumentar con
todos estos casos y señalamientos, es que EL DAÑO CEREBRAL NO ES DISGRAFIA,
salvo en muy especiales e infrecuentes casos. Hay infinitos daños cerebrales
que no se expresan como disgrafia. Siendo esto así, pido a todos que se abran a
nuevas teorizaciones sobre la disgrafia, y que estén especialmente alertas al
argumento empírico. Cuando las
disgrafias resultan rehabilitadas….algo debe haberse hecho en el sentido correcto
y necesario. Eso es lo que tenemos que teorizar para llenar el vacío que nos
dejan esos “daños cerebrales” que los scanners, las tomografías, las resonancias
magnéticas ni ninguna otra “imagenología” cerebral puede detectar.